martes, 4 de agosto de 2009

José Bergamín



Un tipo capaz de escribir un soneto como éste es una bestia excepcional. Me habría encantado conocer a Bergamín en cualquiera de sus etapas vitales, incluso en la última cuando se “exilia” al Pais Vasco y escribe su “ecce España”. Si no entiendo mal al hombre que fue, hasta en esto último fue honesto y auténtico en su interior. Quiero pensar al tratar de entenderle, que no era el problema vasco el que le motivaba, sino el problema de España. España siempre le dolió en las carnes, y la religión, y lo vital, y la monarquía y la República y cada tema que analizaba era interiorizado primero y regurgitado después.

Si estaba errado o no en su fuero interno que lo juzguen otros. Yo valoro su coherencia y su intensidad vital. Discípulo de Unamuno, se le parece en muchas cosas, casi como un calco. Y en el tema de Dios, que cerca estaban… desde luego, mucho mas cerca que muchos…

Tú me ofreces la vida con tu muerte
Y esa vida sin Ti yo no la quiero;
Porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
Tendría que morirme lo primero;
Morir en Ti, porque si en Ti no muero
No podría encontrarte sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
Al cabo, ya no se qué estoy temiendo:
Porque de Ti y de mi me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
Por ese amor con el que me has herido,
Que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.


José Bergamín, a Cristo crucificado.

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