jueves, 24 de diciembre de 2009

Nochebuena

Todos los días recibo, vía correo electrónico, las noticias de la oficina de prensa del servicio de información del Vaticano. En el de hace unos días se daba cuenta del encuentro de Benedicto XVI con los estudiantes de los Ateneos romanos. Y decía lo que sigue:

"La que nace en Belén -dijo el Papa- es la Sabiduría de Dios (...) En la plenitud de los tiempos, esta Sabiduría asumió un rostro humano, el rostro de Jesús (...). La paradoja cristiana consiste precisamente en la identificación de la Sabiduría divina, es decir el Logos eterno, con el hombre Jesús de Nazaret y con su historia (...) .Por lo tanto la Sabiduría que invocamos esta noche es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad; es el Verbo".

"Un profesor cristiano, un joven estudiante cristiano llevan dentro de sí el amor apasionado por esa Sabiduría. Leen todo a su luz (...) Sin ella no se hizo nada de todo lo que existe y por lo tanto en toda realidad creada se puede entrever su reflejo (...) Todo lo que percibe la inteligencia humana (...) de alguna manera participa en la Sabiduría creadora. Aquí, en último análisis, reside también la misma posibilidad del estudio, de la investigación, del diálogo científico en cualquier campo del saber".

"En este punto -prosiguió- (...) podemos preguntarnos: ¿Quien estaba la noche de Navidad en la gruta de Belén? ¿Quien acogió a la Sabiduría cuando nació?. No fueron los doctores de la ley, los escribas o los sabios. Fueron María y José y luego los pastores. ¿Que significa? ¿Quiere decir que no es necesario el estudio, o incluso que es contraproducente para conocer la verdad?".

"La historia de dos mil años de cristianismo -subrayó Benedicto XVI- excluye esta última hipótesis y nos sugiere la acertada: se trata de estudiar, de profundizar el conocimiento conservando un ánimo de "pequeños", un espíritu sencillo y humilde, como el de María, Sede de la Sabiduría. (...) En aquella gruta cada uno de nosotros puede descubrir la verdad sobre Dios y la verdad sobre el ser humano que se encontraron en el Niño, nacido de la Virgen María; el anhelo del hombre a la vida eterna enterneció el corazón de Dios que no se avergonzó de asumir la condición humana".

Desde luego son fechas para reflexionar, desde la razón y desde la fé… o, al menos, de intentarlo, desde un posicionamiento honesto con uno mismo, sin miedo al resultado. A más de un clérigo regionalista le vendría bien reflexionar desde la gruta de Belén y no desde la soberbia o la simpleza de Sabino Arana. Todo el mundo a viajar y todo el mundo a pensar, especialmente en estos dias.

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