Junichiro Tanizaki (1886-1965), denso ensayista japonés, dedica “el elogio de la sombra” a enseñarnos que, a diferencia de lo que creemos en Occidente, la belleza no necesita luz, o, al menos, sólo luz. Precisamente, una figura fosforescente sólo resplandece en la oscuridad, y una belleza completa no lo es tal si se le priva de las sombras. Luz no es verdad, sino sólo parte de ella; luz y sombra es el todo y no se puede separar sin destrozarla.
Cuánto mejor nos iría a todos si fuéramos capaces de ver (entender) las luces y las sombras en comandita sin separarlas según nos convenga.
Cuánto mejor nos iría a todos si fuéramos capaces de ver (entender) las luces y las sombras en comandita sin separarlas según nos convenga.
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