miércoles, 18 de marzo de 2009

Inmigración


Nunca viajo en metro por Madrid, una vez al año a lo sumo; no es por nada, simplemente, mi sistema de vida es poco compatible. Sin embargo, hoy he ido de Retiro a La Latina, ida y vuelta relámpago... a hacer un recado. Glups, ¡que bofetada de realismo! ¡Qué razón tenía Alfonso Guerra! A España no la conoce ya ni la madre que la parió.

Hace unos días ví Gran Torino, de Clint Eastwood, el “César Vidal” del cine americano, por lo prolífico de los últimos años. Admiro su fortaleza y su tesón; desconozco cuál es su motivación pero, a su edad y, en su caso, muchos no harían lo que él hace. Olé al tipo, me cae bien.

La película tiene un pase, se puede ver. Apología proamericana, as usual. America para los inmigrantes porque los americanos son todos inmigrantes. Y en la película también: el barbero, italiano… el propio Eastwood, polaco… aparecen irlandeses, negros, hispanos, y, ahora, asiáticos… todos se integran y forman parte de América, porque el país les da la oportunidad (si ellos ponen de su parte, eso sí). Lo que ya no sé si es excesivo es poner en el tapete la propia vida… pero eso ya son cosas de las películas.

Traído el problema a nuestros lares, me pregunto si nuestro país brinda las mismas oportunidades y si nuestra mentalidad es tan abierta como para asumir según qué integraciones, aunque, al final, me temo que nadie es racista con un negro si éste se llama Sidney Poitier o Shaquille O’Neal.

Lo malo es cuando el racista es el que llega y no se quiere integrar. Este es un problema de esos que existen y que no tienen solución. Cuanto antes seamos conscientes de este punto, mejor nos irá a todos…

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