Mi amigo Jesús ha sido puntual toda su vida y, sin embargo, todos le conocemos por Tardío. En todos los órdenes de la vida él llega siempre primero, antes que otros. Siempre ha entendido, y ha querido (que eso es “entender” correctamente) más y mejor que muchos.
Porque la ley de la selva urbana así lo exige, la frecuencia de trato a partir de ahora disminuye. Pero sólo la frecuencia (me da igual que ésta se mida en hercios o en ciclos por segundo…) que no la intensidad.
Es costumbre viciosa en este país, hablar bien de los que se han ido, y abandonar a su suerte a los que todavía son. Yo quiero que sepas, Tardi, que te quiero bien y que te considero mi amigo.
martes, 17 de marzo de 2009
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