Hace ya unos días de la ejecución a hurtadillas de Delara Darabi por ahorcamiento en Irán. Su ejecución, a pesar de la suspensión temporal decretada por el jefe de la magistratura, es un ejemplo más de la falta de seguridad jurídica y de libertad en países cercanos.
El bien más precioso del hombre es la libertad. Y para que ésta se desarrolle en plenitud es necesaria previamente la paz. Si no hay paz, no hay libertad.
Curiosamente, la historia se muestra tozuda en enseñarnos cómo después de cada gran invento o descubrimiento, al hombre se le plantea la elección sobre su uso y, casi siempre, hay alguien que ejerce mal su libertad poniendo en peligro la paz.
Ahí tenemos las consecuencias inmediatas que sucedieron a la invención de la imprenta, o del teléfono o de la aviación. Por desgracia, todo gran invento de la humanidad ha visto rápidamente prostituido su uso desembocando en pérdidas mas o menos largas de libertad (guerra de religiones, guerras mundiales, etc..).
Mi inquietud de hoy consiste en saber qué consecuencias nos deparará el ejercicio de nuestra libertad tras el gran invento del siglo XXI que no es otro que la aparición de Internet.
Sólo la conciencia del valor de los valores podrá evitar lo que la decadencia de un ciclo se empeña en enseñarnos. Ojalá esta crisis en la que estamos inmersos no deje de ser consecuencia de graves errores para convertirse en causa de otros aún mayores.
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