miércoles, 13 de mayo de 2009

Mahabharata



Cualquiera que en Occidente haya accedido al Mahabharata, o a su porción mas jugosa, la Bhagavad Gitá, sin duda se habrá sorprendido al encontrar párrafos enteros llenos de sentido común y comunes con los principios cristianos. De hecho, creo que las disonancias son consecuencia directa de las limitaciones producidas por el uso del lenguaje o por la diversidad de interpretaciones existentes, no todas de igual categoría intelectual. Toda palabra limita una idea, la cercena, reduciendo sus matices ora en el emisor, ora en el receptor, e incluso en el propio contexto.

La Bhagavad Gitá recoge en sus aproximadamente setecientas estrofas los diálogos entre Krishna y Arjuna, donde aquél aprovecha para explicar la doctrina de los Vedas, su evolución a través de los Brahmanas y las Upanishads, para recabar en el budismo, primero, y en el hinduismo después.

Es cierto que se admiten diversos dioses, o, a lo menos, dos: Shiva y Vishnú (Khrisna), aunque siempre uno es superior a los demás (necesidad imperiosa por definición). También desde los primeros Vedas se admite la existencia de un cielo como recompensa. Además, si bien tras sucesivas reencarnaciones, se evoluciona desde el “nirvana” hacia la liberación total que termina con aquellas (las reencarnaciones) para diluirse con lo Absoluto, en una unión definitiva con el dios supremo.

Es verdad que está lejos de nuestra cultura, pero en esencia, no es tan disparatada. De hecho, son muchos los que sostienen que Jesús viajó a la India durante alguna fase de su vida oculta y utilizó muchos de sus conceptos. Pudiera ser… en todo caso, a mi no me cambia nada y me reconforta mucho.

Cuánto mejor es tener un punto de vista conciliador que soportar una confrontación. Buen ejemplo nos está dando Benedicto XVI estos dias en su visita a Tierra Santa.

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