A veces me gusta ver películas de encefalograma plano; a veces me gusta escuchar canciones en idiomas que no comprendo; a veces, me gusta leer fragmentos de prosa poética donde las palabras se liberan de la métrica para fluir al ritmo que les da la gana. A veces son sólo un conjunto de fonemas cuya cadencia, incluso leída en voz baja, podría ser representada perfectamente en un pentagrama.
Todavía recuerdo aquella primera redacción. Debía él andar por 4º de EGB y traía garabateada entera una hoja de cuadros, de las de cuaderno de anillas, recién arrancada. Era su primer ejercicio de escritura. Aún no sé bien por qué me sigo acordando de esto. Supongo que lo suyo es que se me hubiera olvidado, porque lo leí aquel día y luego ya nunca más lo volví a ver.
Pero lo cierto es que recuerdo bien, muy bien, literalmente, cómo empezaba: “En aquellos marismáticos y fulgurantes enseres del pensamiento humano…” sin duda buen principio para un chaval de unos diez años. Qué pena que no se dedicara a la literatura.
¿Te acuerdas?
domingo, 17 de mayo de 2009
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