jueves, 16 de abril de 2009

Babel


Obra maestra. La he visto dos veces y las dos en un avión. La primera vez, en un vuelo de Tokio a Taipei, la segunda no lo recuerdo.

No es la luz, ni los actores, ni la idea, sino la capacidad del director de yuxtaponer distintos planos a priori contrapuestos, pero a la vez relacionados entre sí por un nexo común que, como el pegamento, al tiempo que los une, los mantiene separados.

Norte y Sur, Oriente y Occidente, ciudad (y que ciudad) y desierto, ricos y pobres, padres e hijos... en todos se produce un hecho común, la desesperación. Como la teoría del caos, el aleteo de una mariposa provoca consecuencias en la otra parte del mundo. Es la ridiculización del contraste entre los extremos y una llamada a la globalización y a la unificación, a la reducción de las diferencias. Yo me apunto. Todo antes que admitir que la desesperación es lo único que nos une.

¡Ah, otra cosa! El lenguaje oral ayuda, pero no es requisito necesario para que haya comunicación. Ten la seguridad de que los ojos "oyen" mucho mejor que el oído.

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